¿Cómo respondemos ante la muerte y resurrección de Jesús?
Algunos párrafos bíblicos citados. Mateo 28.1-10, Lucas 23, Romanos 1.18ss, 1 Pedro 3.21-22. Cuando el ser humano se enfrenta con el sufrimiento, la muerte y la victoriosa resurrección de Jesús puede responder de dos maneras. Vemos una reacción en los ladrones en la cruz. Ambos eran “malhechores” e insultaban a Jesús en la cruz (Mateo 27.44), pero uno de ellos al final, comparando la inocencia de Jesús con su propia culpabilidad, reconoció a Jesús como Mesías (Lucas 23.39-43). A veces nuestro propio sufrimiento nos lleva a confrontar la realidad de la cruz y resurrección de Jesús. ¿Respondemos con indiferencia y rechazo, o reconociendo que Jesús puede ser nuestro Rey a pesar de nuestras circunstancias?
Preguntas de reflexión. C = Contenidio, I = Interpretación, A = Aplicación
Leer Lucas 23.35-39
- ¿Quiénes se burlaban de Jesús cuando estaba en la cruz? (C)
- ¿De qué manera se puede “burlar” de Jesús ahora? (I)
Leer Lucas 23.40-42
- ¿Cuando uno de los ladrones recapacitó, qué dijo? (C)
- ¿Por qué pensás que el ladrón arrepentido llegó a tener fe en Jesús como el Mesías? (I)
- ¿Cómo pueden las personas llegar a esta misma conclusión acerca de Jesús ahoraֿֿ? (I/A)
- ¿Cómo ves a Jesús en medio de tus circunstancias actuales? ¿Cómo tu Rey o como un derrotado? (A)
- Llevemos en oración nuestra fe en Jesús.
El Señor Jesús da la salvación al ladrón arrepentido que está al punto de la muerte. Sin embargo, no podemos tomar este caso como normativo, pensando que la persona que se arrepiente de sus peados en el último momento de la vida tiene asegurada la salvación. Durante su vida terrenal el Señor Jesús perdonó los pecados de más de una persona (ver por ejemplo Lucas 5.20, 7.48). Estas personas vivían bajo el Antiguo Pacto, ya que el Nuevo Pacto comenzó solamente con la muerte de Jesús (Lucas 22.20). La llegada del Nuevo Pacto se proclama por primera vez unos cincuenta días después de su muerte y resurrección en el día de Pentecostés (una fiesta judía). En ese día se anuncia que Jesús no solamente fue crucificado sino también resucitó y había comenzado a reinar en el cielo (Hechos 2.22-36). Los que creen en la muerte de Jesús en nuestro lugar y en su resurrección de entre los muertos lo reconocen como “Señor” y “Mesías” de la siguiente manera: Por medio del arrepentimiento y el bautismo en el nombre de Jesucristo (Jesús el Mesías), reciben el perdón de sus pecados y el don del Espíritu Santo (Hechos 2.37-38). Esta promesa de salvación por medio de la fe, arrepentimiento y el bautismo es “para todos los que el Señor Nuestro Dios quiera llamar” (Hechos 2.39). El ladrón arrepentido y las demás personas que Jesús perdonó durante su ministerio terrenal vivieron antes de la llegada de esta promesa universal. Para aceptar la salvación por medio de Jesucristo bajo el Nuevo Pacto es necesario no solamente creer en Él y arrepentirnos de nuestros pecados, sino también bautizarnos en el nombre de Jesucristo para ser salvados. Hechos 2.41-42 describe la vida de las primeras personas que se convirtieron a Jesús de esta manera.
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