“¿Convencidos o convertidos?”

Hageo 1.1-9 es el pasaje principal para este sermón.

(1) El día primero del mes sexto del segundo año del rey Darío, vino palabra del Señor por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué hijo de Josadac: (2) “Así dice el Señor Todopoderoso: Este pueblo alega que todavía no es el momento apropiado para ir a reconstruir la casa del Señor. “

(3)  También vino esta palabra del Señor por medio del profeta Hageo: (4)  “¿Acaso es el momento apropiado para que ustedes residan en casas techadas mientras que esta casa está en ruinas?” (5)  Así dice ahora el Señor Todopoderoso: “¡Reflexionen sobre su proceder! (6)  “Ustedes siembran mucho, pero cosechan poco; comen, pero no quedan satisfechos; beben, pero no llegan a saciarse; se visten, pero no logran abrigarse; y al jornalero se le va su salario como por saco roto.”

(7)  Así dice el Señor Todopoderoso: “¡Reflexionen sobre su proceder! (8)  “Vayan ustedes a los montes; traigan madera y reconstruyan mi casa. Yo veré su reconstrucción con gusto, y manifestaré mi gloria dice el Señor. (9)  “Ustedes esperan mucho, pero cosechan poco; lo que almacenan en su casa, yo lo disipo de un soplo. ¿Por qué? ¡Porque mi casa está en ruinas, mientras ustedes sólo se ocupan de la suya! afirma el Señor Todopoderoso.

En este caso, Dios habló al pueblo de Judá por medio de su profeta Hageo, en un tiempo en que el pueblo se recuperaba de una crisis prolongada. Habían vuelto de un  exilio de varias décadas y se ocupaban de construir sus casas. Sin embargo, no reflexionaron sobre un hecho importante: fue Dios quien les permitió volver del destierro y los trajo nuevamente a la tierra prometida para un nuevo comienzo. En medio de la crisis de la reconstrucción, no priorizaron a Aquel que hizo posible el regreso del exilio. Cada uno se ocupaba de su propia vida y no de su deber individual como parte del pueblo de Dios, el deber de construir en conjunto un templo para glorificar al Señor. Jesús enseñaría siglos más tarde algo muy parecido: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia y todos lo demás se les dará por añadidura” (Mateo 6.33).

Preguntas de contenido.

(1) ¿Sobre qué debían reflexionar los recién regresados del exilio?

(2) ¿Qué es lo que Dios “disipa de un soplo”? ¿Por qué?

(3) ¿Cómo manifestaría Dios su gloria?

Comparemos a Hageo con el Nuevo Testamento.

En el Nuevo Testamento aprendemos que “Dios no habita en casas construidas por manos humanas” (Hechos 7.48). La “casa de Dios es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad” (1 Timoteo 3.15). Lean Efesios 2.19-22. Este pasaje habla de una casa o templo en un metafórico:

(19) “Por lo tanto, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, (20) edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. (21) En él todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. (22) En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu”.

 Preguntas de aplicación.

(1) ¿Qué esperaba Dios de su pueblo en tiempos de Hageo? Puesto que no estamos construyendo una casa material, ¿cómo podríamos aplicar Hageo a nuestra vida como cristianos? (La comparación que acabamos de hacer con el Nuevo Testamento permite buscar esta aplicación).

(2) ¿Qué crisis en tu vida impide que te entregues a la construcción de la casa de Dios?

(3) Según Efesios 2.22, ¿qué sucede “juntamente” a los cristianos? ¿Cómo podés aplicar este principio a tu vida en la iglesia?

Llevemos nuestra reflexión en oración.